ROMA TRADITORIBUS NON PRAEMIAT. ROMA NO PAGA A TRAIDORES

ROMA NO PAGA A TRAIDORES

Así reza el aforismo latino, probablemente apócrifo, pero útil para destacar el bajo rango humano que concedemos a los “traidores”. En nuestra cultura, con la traición máxima: Judas Iscariote vende a su maestro Jesucristo por treinta siclos de plata, arranca una ingente y brillante obra artística cuyo tema central son la traición y por oposición la lealtad, reflejo de la naturaleza y condición humana. El asesinato del Rey Hamlet a manos de Claudio, su hermano. El Cid desterrado injustamente por la acusación de apropiación de riquezas al rey  Alfonso VI de León. La traición de Salvatore Tessio a don Vito Corleone en el Padrino.

Pocas veces, o ninguna, el traidor o la traidora se ve a sí mismo como tal. Encontramos pocos casos donde el arrepentimiento  se establece como manera de compensar la felonía y la defección, que llevaría al perdón. El traidor siempre maneja excusas, razones adecuadas a su intención y comportamiento. La traición es justificable. Las circunstancias le obligan. El no quería, pero lo obligamos. Lo hizo por nuestro bien o el bien de otros… Mil y una razones, tantas como traidores hay en la faz del planeta tierra. Mienten. Traicionan. Y se justifican

Existe un mecanismo psicológico que explica razonablemente bien por qué el felón no se siente mal por su traición. Lo llamamos teoría de la disonancia cognitiva. Un ejemplo clásico cuando se habla de esta teoría es el de los fumadores. Todos sabemos que esta conducta es perniciosa para la salud y puede provocar cáncer, problemas respiratorios, incluso, la muerte antes de lo que imaginan. Pero, ¿por qué la gente, sabiéndolo sigue fumando? Saber que fumar es perjudicial para la salud y continuar haciéndolo, produce un estado de disonancia entre dos pensamientos: “quiero estar sano y vivir muchos años” y “fumar podría matarme”. Pero en vez de dejar el tabaco, los fumadores buscan auto justificaciones como “hay que disfrutar de la vida”, “de algo hay que morirse”, “eso a mí no me pasará”, etcétera. De este modo reducimos el malestar tratando de justificar por qué realizo la conducta, acomodando lo que pienso y porqué lo hago. Así es como se justifica el traidor o traidora. Como la sensación de sentirse traidor es muy desagradable, entonces se fundamenta el acto reforzando el arsenal crítico-ideológico contra el traicionado, resolviendo su cobarde malestar y defendiendo así su conducta.

La mente del traidor está dominada por el miedo, la pasión, el despecho y el egocentrismo. Este tipo de emociones devienen de cogniciones delirantes donde se atribuyen la posesión de la razón y la verdad absoluta. Existen múltiples justificaciones para la traición, por amor, por odio, por poder, por dinero, por miedo, por envidia. Pero la característica más destacada de éstos sujetos, es su enorme ignorancia. Todas las culturas repudian a los traidores, porque desestabilizan la moral y ética que el grupo social se adjudica. Y resulta substancial detectarlos.

Ante tal hez, no podemos más que dignificarnos, ¿cómo? a través de la lealtad hacia nosotros mismos. Cuando los traidores arrecian es cuando se nos permite una actuación épica, homérica, que dignifica nuestro valor y asignar el lugar correcto al despreciable traidor. La basura.

Es el momento de los valientes, sin dar la espalda a nuestros principios morales, a nuestras creencias. A continuar ante el dolor y el sentimiento de desanimo. Porque en estos trances es donde realmente se obtienen lecturas cardinales. Sabes quienes están a tu lado cuando pintan bastos, ¡capital!  La derrota a los sabios hace más fuertes. Traidores y traidoras no lo saben pero están tomados, por su ignorancia, por su escasez intelectual. Y entonces… surge la luz.  Y al tiempo lloran su traición. Porque no lo duden ellos saben de su deslealtad y la justicia les llega. No hay felón sin oprobio. Por ello debemos de autentificarnos en nuestra ética, en nuestra moral, en nuestro honor, en nuestro conocimiento. Al tiempo.

Los necios son tan ignorantes que desconocen su propia condición de traidores. Y, siempre se conjuran contra el integro y el libre.

Sólo los lobos esteparios logran sobrevivir al invierno siguiente.

Joaquín José Cantó

Comments 5

  1. Uno puede aprender algo nuevo aquí todos los días. Estoy un habitual para la mayoría de los blogs, pero aún no sabía nada de un par de ellos.

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