¡PUBLICAD, PUBLICAD, MALDITOS!.
El título del artículo hace referencia a la galardonada película de Sydney Pollack, Bailad, bailad, malditos, aunque el título original (They Shoot Horses, Don´t They?, ¿Acaso no matan a los caballos?, basada en la novela de Horace McCoy), no se parezca en nada. A mí me sirve su traducción al español, ya verán.
En el año 1932, un grupo de personas desesperadas acuden a maratones de baile que se organizaban en la Norte América de la depresión, como forma de conseguir alimento y cobijo. En un espectáculo degradante y perverso, deben de competir en un concurso de baile donde son observados por un público que disfruta observándolos, como forma de espiar sus propias calamidades vitales. Para el promotor del evento, es un gran negocio. De otro lado, los participantes consiguen así, sobrevivir, y por algunas horas, refugio y esperanza. No les cuento más, les animo a verla sino han tenido ocasión de hacerlo ya.
Ochenta años después, nos sumergimos en otra gran crisis económica y social. De nuevo toca bailar en un maratón a la desesperada. Hoy ha cambiado el escenario, ya no sirve el parquet para deslizar nuestros pasos. Nuestro espacio es el despacho de casa o el sofá junto al portátil. Nuestros zapatos son el ordenador y nuestras piernas nuestra imaginación. Fruto de la desesperación de pagar las facturas del colegio de los hijos, la hipoteca, etcétera, los profesionales liberales, autónomos y otras especies del show business nos lanzamos a publicad! publicad!…¿Porqué?. Les cuento. Hoy nuestro salón de baile es inmenso, ya no está a la puerta de un teatro con carteles y luminosos en una calle paralela a Broadway (aunque algo tiene que ver ya que Broadway significa camino ancho…). No sabemos dónde está pero sabemos que es y la llamamos la Red. El promotor del evento se apoda Google y sus valedores, todos los publicistas, especialistas en marketing digital y nuevos gurús de las comunicaciones digitales. En este baile gana el que consigue una ¿como le llaman?… ¡Ah! ¡Sí!, Branding personal. ¿Y como se consigue esta notoriedad? Pues, siendo diferente, haciéndote imprescindible, ¡pesado!. Posicionándote en la primera página del gran promotor; el resto del mundo situados en otras páginas, están out. Y los valedores del promotor te cuentan: «tienes que publicar artículos»,» tú publica, porque sino los robots del gran jefe, no te detectan y pasas desapercibido». Estás muerto. No existes. Caput. Y tú vas y lo haces. Te haces el pesado, publicas cosas que a nadie le interesan, buscas la forma de sobresalir, de asomarte a las orejas del conejo blanco que el mago saca de su chistera (Metáfora que recuerdo de El mundo de Sofía de Jostein Gaarder).
Y vas a LinkedIn y todos los profesionales liberales y no liberales publicando, publicando, vas a facebook y… publicando, publicando. Entras en twitter y… publicando, publicando… Y al final, no puedes leer toda esa inestimable colección de maravillas o de idioteces, quien sabe. Pasan a tu lado miríadas de contenidos, como partículas que se derriten y volatilizan al aproximarse al sol haciendo crecer la estela, destacando su gigantesco y brillante núcleo meteórico…el único que al final se hace omnipresente… ¡ya saben quién!.
¡Publicad, publicad, malditos!…
P.D.: Hoy escribo sobre la parte más oscura, pero tengo previsto en breve la cara brillante, no crean que todo está en la parte menos iluminada de la luna. Gracias, por perder su tiempo con migo. Me pasé, no quería sobrepasar las 500 palabras (577).
Joaquín J. Cantó
Alicante a 21 de