Hablando de EMDR: sufrimiento, serendipia y ciencia

Desde su desarrollo inicial en 1987, este método psicológico de Desensibilización y Reprocesamiento por medio de Movimiento Oculares (EMDR), ha sido aceptado por la comunidad clínica con gran éxito. Es un método clínico protocolarizado, y el dominio de los principios del tratamiento, indican al psicólogo el camino para cambiar las experiencias negativas en aprendizajes adaptativos. Por ello necesita de un aprendizaje y una capacitación profesional.

Su creadora y desarrolladora es la doctora norteamericana Francine Shapiro, investigadora en el Mental Research Institute de Palo Alto, California. En cuanto a sus numerosos merecimientos destaca el premio Distinguished Scientifc Achievement in Psychology Award, otorgado por la California Psychological Association. Pero no es su trayectoria académica o profesional lo que quiero destacar en este artículo. Más me interesa que conozcan el camino hacia el descubrimiento del método EMDR. Transitaba el año 1979, cuando la doctora Shapiro finalizaba su doctorado en literatura inglesa en la Universidad de Nueva York. Se sentía que estaba realizando un trabajo importante. Al mismo tiempo se intereso profundamente por la terapia conductual, más concretamente en el enfoque causa-efecto respecto a la psicología humana, que le pareció absolutamente compatible con el desarrollo literario, tanto de los personajes como de la trama de su doctorado. Comentaba Shapiro que le resultaba fascinante el hecho de que el sufrimiento humano podía transformarse en arte por medio de las obras maestras de la literatura inglesa. Cuando estaba escribiendo su disertación final sobre la poesía de Thomas Hardy (novelista y poeta inglés de mediados del S. XIX), le diagnosticaron un cáncer.

Una enfermedad potencialmente peligrosa para la vida, puede convertirse en un imprevisto importante que cambia el desarrollo de la misma. El tiempo se troca en un nuevo enfoque, la visión de la vida no se extiende infinitamente. La existencia muda a un nuevo significado. Shapiro encontró entonces estudios incipientes en el campo de la psico-neuro-inmunología que conectaban la embrionaria idea de la relación entre «estrés y enfermedad», que a ella le pareció obvia, y la  «causa y efecto fisiológico» de los psicólogos conductistas. De pronto, se volvió importante, diría que determinante, encontrar métodos que correlacionaran los enfoques psicológicos y fisiológicos. Así que abandono su trabajo sobre la literatura y se lanzó a la búsqueda de métodos mentales, corporales y psicológicos que incrementaran el bienestar subjetivo físico y mental, algunos lo llaman también, felicidad… Al tiempo ofreció charlas sobre métodos y técnicas tangibles que ayudaran a la gente a vivir vidas más honestas y con menos estrés; buscaba mecanismos de transformación mental y acabó realizando su programa de doctorado en psicología clínica.

¡Ah!, continua viva.

No acaba aquí la historia ya de por sí paradigmática, ¿No creen? En esa época (como mencione al principio, 1987) de cambios, búsqueda e incertidumbre, en un turbado paseo por el parque, la doctora Shapiro, cuenta que: al salir a caminar un día, me di cuenta de que súbitamente desaparecieron algunos pensamientos perturbadores que experimentaba en el momento. También me di cuenta de que cuando venían a la mente, ya no eran tan perturbadores. Lo que llamó mi atención fue que estos pensamientos comenzaban a desaparecer sin que yo hiciera un esfuerzo consciente. Fascinada comencé a prestar mucha atención a lo que estaba sucediendo. Percibí que, cuando me venían a la mente los pensamientos perturbadores, mis ojos comenzaban a moverse muy rápidamente, de abajo a arriba, y de manera espontanea. Comencé a realizar movimientos oculares de manera deliberada al tiempo que concentraba en toda una variedad de pensamientos perturbadores. Y descubrí que también estos pensamientos perdían carga emotiva y desaparecían. Parece que acababa de nacer por serendipia o azar el método de Desensibilización de eventos traumáticos a través del movimiento de los ojos. Shapiro, comenzó a experimentar con otras personas: amigos, colegas, con diferentes malestares, les pedía que imitara los movimientos de los ojos que en ella se había mostrado eficaz, y la mayoría de ellos comenzó a sentirse mejor. Siguió investigando, experimentando, trabajó con alrededor de 70 personas durante aproximadamente seis meses, y desarrolló un procedimiento inicial y convencional, que lograba aliviar los males de sus pacientes.

En definitiva el método EMDR se basa en la observación empírica que la doctora Francine Shapiro realizó respecto a los efectos que ejercen los movimientos oculares en el procesamiento de la información emocional y cognitiva. El marco teórico que representa el modelo general y los principios del tratamiento del enfoque psicoterapéutico del EMDR, es el «Procesamiento de la Información»: cuando alguna persona sufre un trauma psicológico, puede producirse un desequilibrio en su sistema nervioso. Debido a esta inestabilidad, el sistema de procesamiento de la información se ve incapaz de funcionar adecuadamente. Toda la información observada en el momento traumático (emociones, imágenes, sonidos, pensamientos) se retine en redes mnemónicas perturbadas. Todo este material de recuerdo traumático puede ser detonado por una enorme variedad de estímulos y expresarse con flashbacks y pensamientos perturbadores. Por tanto, la hipótesis de la eficacia del método EMDR consiste en que los elementos del procedimiento, incluidos los estímulos de atención dual (información traumática y atención ocular) provocan un estado fisiológico que facilita la resolución provocada por conexiones neuronales apropiadas para el procesamiento de la información adaptativa.

No pretendo realizar en este artículo una descripción pormenorizada del modelo, sino resaltar la expresión de un mecanismo biológico interno, que nos predispone a interpretar y resignificar el sufrimiento y el trauma como un elemento de transformación y crecimiento personal. Podemos utilizarlo como trampolín o como pesa. Trabajamos, vivimos, sentimos en una sociedad que huye a gritos sordos del sufrimiento, que esconde el dolor, la muerte. Estos elementos disruptivos son consustanciales a la condición humana, así como la alegría, el placer y la paz. Tratar de eliminarlos es tarea ingrata e insustancial. ¡Batalla perdida! Aceptarlos, integrarlos y transformarlos en peldaños que nos acerquen a otorgar sentido y bienestar a nuestra vida, será un objetivo más benévolo y realista.

 

La libertad es lo que uno hace con lo que le han hecho.

JEAN PAUL SARTRE

Joaquín J. Cantó

Clínico EMDR

 

El artículo pretende ser divulgativo y no científico. El texto que aparece en cursiva es propio de la autora, Francine Shapiro.

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